¿Por qué a veces sentimos “demasiado”? La hiperactivación emocional desde la ciencia y el cuerpo

La hiperactivación emocional

¿Alguna vez te has sentido “demasiado”? ¿Demasiado intensa, demasiado emocional, demasiado sensible?

Hoy quiero hablarte de eso que muchas veces etiquetamos como un “problema personal” pero que, en realidad, tiene explicación en cómo funciona nuestro sistema nervioso. Y entenderlo puede marcar la diferencia entre vivirte con culpa o vivenciarte con compasión.

¿Qué es la hiperactivación emocional?

La hiperactivación es un estado del sistema nervioso autónomo (SNA) en el que el cuerpo y la mente entran en modo alerta constante. Puede manifestarse como ansiedad, hipervigilancia, irritabilidad, dificultad para concentrarse, llanto repentino o una sensación de “no puedo más”.

No es una debilidad. Es una señal de que tu sistema está intentando protegerte.

Una mirada desde el sistema nervioso: Ventana de Tolerancia

La Ventana de Tolerancia (Siegel, 1999) es un concepto neurobiológico que nos ayuda a entender nuestros estados emocionales. Dentro de esta “ventana”, podemos procesar las emociones de forma regulada. Fuera de ella, entramos en hiperactivación o hipoactivación.

  • En hiperactivación, predomina el sistema simpático: lucha o huida.
  • En hipoactivación, predomina el sistema parasimpático dorsal: congelación o desconexión.

Ambos estados son respuestas adaptativas. No estás rota. Estás sobreviviendo.

¿Qué puede llevarnos a vivir hiperactivadas?

  • Experiencias de trauma (grande o pequeño, físico o emocional).
  • Infancias con estrés prolongado o figuras de apego inseguro.
  • Estilos de vida con mucha presión, multitarea, falta de descanso.
  • Ser neurodivergente en un entorno no adaptado ni comprensivo.
  • Dificultad para establecer límites y sostener el autocuidado.

Del juicio a la comprensión

Cuando dejamos de etiquetar como “exageración” lo que en realidad es un sistema nervioso desbordado, empezamos a sanar.

La psicoeducación no cura sola, pero nos permite empezar a mirarnos diferente.

No se trata solo de regular lo que sientes. Se trata de comprender por qué lo sientes así. De darte el permiso de no ser una máquina funcional, sino un cuerpo que intenta sostener lo que ha vivido.

Pequeñas prácticas para volver a tu ventana

  1. Reconoce tus señales: ¿tu respiración cambia? ¿tus hombros se tensan?
  2. Movimiento suave: estiramientos, caminar, sacudir el cuerpo.
  3. Co-regulación: estar con alguien que te escuche sin juicio.
  4. Anclajes sensoriales: texturas, olores, música suave.
  5. Respiración consciente, pero sin forzar: solo obsérvala primero.

Conclusión

Sentir mucho no es una falla. Es una historia que merece ser entendida.

Y como dice Deb Dana: “Nuestro sistema nervioso siempre está tratando de ayudarnos a sobrevivir. A veces solo necesita aprender que ya no estamos en peligro.”

Aprender para entender(te), una vez más.

Referencias:

  • Siegel, D. J. (1999). The Developing Mind. Guilford Press.
  • Dana, D. (2018). The Polyvagal Theory in Therapy. Norton & Company.
  • Porges, S. W. (2011). The Polyvagal Theory. Norton & Company.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Tabla de contenidos