Durante mucho tiempo, lo que no encajaba en la norma fue clasificado como “déficit”, “trastorno” o “anomalía”. Pero ¿y si no se tratara de un fallo, sino de una forma diferente —no inferior— de percibir, procesar y sentir el mundo?
Hoy hablamos de neurodivergencias. No desde la etiqueta diagnóstica, sino desde la dignidad de ser una mente que funciona distinto.
¿Qué significa ser neurodivergente?
El término neurodivergencia surge del movimiento de la neurodiversidad, que defiende que no existe una única manera “correcta” de tener un cerebro.
Engloba a personas con diagnósticos como:
- Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)
- Trastorno del Espectro Autista (TEA)
- Dislexia, dispraxia, discalculia
- Altas capacidades, entre otros
Pero también incluye a quienes, sin un diagnóstico formal, experimentan el mundo de forma no normativa, y muchas veces sienten que viven fuera de ritmo.
Más que síntomas: realidades diversas
Ser neurodivergente no es solo tener dificultades. Es vivir en una sociedad que no está diseñada para tu forma de procesar.
Por eso muchas personas sufren no tanto por su funcionamiento cognitivo, sino por el rechazo, la incomprensión o la falta de adaptación.
Ejemplo: una persona con TDAH no tiene un déficit de atención, sino una atención regulada por la estimulación. En entornos que respetan su ritmo y necesidades, florece. En entornos rígidos, se bloquea o agota.
Violencias sutiles: lo que duele más allá del diagnóstico
- “Si te organizaras mejor…”
- “Es que no te esfuerzas.”
- “Eres muy sensible para todo.”
- “Eso te lo estás inventando.”
Estas frases, repetidas a lo largo del tiempo, generan un trauma silencioso: el de crecer creyendo que estás mal hecha.
La patologización de la diferencia ha hecho daño. Por eso urge un enfoque más amable, basado en el respeto y en el acompañamiento real.
Cómo acompañar desde la comprensión
- Escucha sin corregir: no invalidez lo que la persona experimenta.
- Adapta, no fuerces: la igualdad no es tratar a todos igual, sino ofrecer lo que cada quien necesita.
- Infórmate desde fuentes diversas: incluye voces neurodivergentes.
- Sostén sin sobreproteger: crea entornos que potencien la autonomía.
- Respeta el ritmo: no todo tiene que ir rápido ni ser lineal.
Un nuevo paradigma: funcionalidad ≠ valor
No somos valiosos por producir más, adaptarnos mejor o “encajar sin molestar”. Somos valiosos por ser.
Y en ese ser, caben todas las mentes: rápidas, lentas, dispersas, sensibles, intensas, concretas, abstractas, creativas, lógicas… todas.
Conclusión
Neurodivergente no significa defectuosa.
Significa tener un sistema nervioso que no siempre encaja en la norma, pero que también tiene infinitas formas de belleza, inteligencia y expresión.
Comprenderlo no es solo un acto clínico. Es un acto de justicia, de humanidad, y de esperanza.
Referencias:
- Singer, J. (1998). Neurodiversity: The birth of an idea.
- Walker, N. (2021). Neuroqueer Heresies. Autonomous Press.
- Kapp, S. K. (Ed.). (2020). Autistic Community and the Neurodiversity Movement. Palgrave Macmillan.